viernes, 16 de julio de 2010

Golf

Esta tarde, mientras me soportaba a mí mismo como podía a causa de una rinitis que me tiene los huevos al plato, me puse a ver un torneo de golf, que se estaba jugando en un campo al lado del mar en Escocia y por lo que pude entender de lo que decían los comentaristas, se trataba de uno de los torneos más importantes.
Yo no entiendo mucho de golf, pero pude apreciar que soplaba muchísimo viento y que, por lo tanto, parecía que la cancha le estaba ganando a los jugadores más que los jugadores a la cancha. Sin embargo, los tipos mantenían la cordura, la sonrisa y los buenos modales (no se si por costumbre o porque están pseudo-obligados a hacerlo), y cada tanto (o cuando hacían un buen tiro), se permitían festejar y joder un poco con el público.
En el final de la transmisión de hoy (aparentemente el torneo sigue sábado y domingo), hubo un hecho bastante emocionante: En el último hoyo (creo que se dice así), un yankee de unos 60 años llamado Tom Watson, después de pegar el primer tiro se arrimó a un puente de piedra que había en la cancha y lo besó; después, se subió al mismo, desde donde saludó al publicó (que lo ovacionó) y una banda de fotógrafos se mataban para conseguir “la foto” de este tipo. Unos minutos después, cuando terminó de jugar el hoyo, las lágrimas se apoderaron del viejo, que había quedado eliminado. Por lo que explicaron los de la transmisión, las lágrimas no fueron de tristeza por quedar eliminado, sino de emoción porque era su último torneo. Por lo que entendí, este tipo fue un jugador de la puta madre (¿el Maradona del golf?) y se estaba retirando.
Desde cierto punto de vista, vivir se parece mucho a jugar al golf, porque siempre hay momentos en que la vida te va a superar. En esos momentos, hay que poner la mejor cara, bancarsela, pensar que vendrán tiempos mejores, pero tratando de disfrutar de lo que hay en ese momento particular que estás viviendo, porque probablemente nunca lo puedas volver a repetir.

jueves, 8 de julio de 2010

Ella

El arte, en sus distintas expresiones y en innumerables ocasiones, juega con la idea de muerte. En una explicación dada por Sigmund Freud acerca de porqué las tragedias griegas tenían en su época tanta aceptación como el programa de Tinelli en la actualidad, él explicaba que la clave radicaba en que el espectador, después de identificarse con el personaje que sufre distintas malas situaciones, consigue despegarse del displacer generado gracias a la distancia real que lo separa de dicho personaje, consiguiendo de esta forma llegar a una situación de placer.
Y si la muerte es el displacer más grande, porque de ella no hay vuelta atrás, el arte lo que hace en muchas de sus expresiones es tratar de exorcizarla, porque ella siempre viene detrás.

domingo, 4 de julio de 2010

Delirio mundial

Se me ocurrió pensar lo bueno que sería que acontecimientos del carácter del mundial de fútbol que está llegando a su fin sirvan para que mucha gente tome conciencia de que todos vivimos en el mismo mundo y la humanidad es una sola, más allá de la bandera a la que se corresponda cada uno, y que la competencia quede en los límites del terreno de juego.
Por desgracia, lo que uno puede percibir (por lo menos en estas latitudes) es exactamente el efecto contrario y una pelota de cuero (o del material que sea la Jabulani) es capaz de sacar a flote las peores miserias humanas; y lo que escribí en el primer párrafo por ahora no es más que una ingenuidad.