Él es blanco, muy blanco. Transita por la vida como si las leyes de gravedad no le fueren aplicables. Su grandeza no llega al punto de no encajar con su contexto. Quizás encierre dentro de si luchas que jamás serán ganadas. Se llevará a la tumba historias de dolor, ausencias, responsabilidades, falsas promesas y excesos. Sin embargo, su capacidad de llevar una sonrisa a cuesta es directamente proporcional a la de generarle una sensación placentera a mas de uno. Esta ambivalencia presente desde chico en su vida se refleja en su andar, sus estados de ánimo, su vestimenta. Se destacan sus llamativas vinchas, ya sean blancas, turquesas, rojas o negras. Ellas suelen decir que les quedan bien. En todo caso, a él le importa poco y nada. Tal vez porque cuando estuvo en la mala casi nadie le fue a preguntar cómo le quedaba esa situación.
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